lunes, 22 de junio de 2015

Sordos, NO mudos

¡Esta es la primera entrada! El primer paso de un proyecto que preparo con mucha ilusión. Para darle un buen uso, voy a utilizar una de las entradas más populares de mi blog personal "¿Tienes un minuto? Quiero contarte algo...".

Hoy quiero hablarte de un mundo que quizás no conozcas. En él viven muchas personas. Se parece mucho al mundo en el que tú vives, salvo por una diferencia: En ese mundo el sonido es diferente. Me gustaría hablarte de los hipoacúsicos, los sordos y su lenguaje.

Hace tiempo, a aquellas personas que presentaban elebados grados de hipoacusia o sordera, fueron, y aún son, tachadas de "mudos". Esta asignación proviene del primer síntoma apreciable en las pérdidas profundas: la ausencia de lenguaje oral. Según los manuales, en el siglo XIII se estableció por fin la diferencia entre la mudez y la sordera, marcando que aquellos que eran mudos de nacimiento lo eran por la sordera. Aunque esta diferencia sea tan sencilla y medieval, hoy en día aún muchas personas confundirán los términos. Una persona muda, será aquella que no puede "hablar", no puede comunicarse, y aunque un sordo puede encontrarse en esta situación, con las posibilidades que existen hoy en día, un sordo no será mudo. 

Puede resultar difícil separar estos conceptos, para ello me gustaría ilustrar esta idea llevándola a otro término: los niños salvajes.  Hablamos de niños perdidos, abandonados o desaparecidos que han sido criados por la naturaleza, a menudo arropados por animales salvajes. En estos niños, la estimulación del lenguaje ha sido nula, superándose el periodo crítico y haciendo casi imposible que puedan desarrollar capacidades lingüísticas sin que presentaran pérdida auditiva alguna. Hay muchos ejemplos de niños ferales en el mundo, Victor de Aveyron es un ejemplo de ello. Encontrado en 1800 en el sur del país galo con una edad cercana a los 12 años, jamás logró reconocer estructura gramatical alguna. Una "mudez" provocada por el aislamiento social y la nula estimulación lingüística. Si te interesa este caso, te recomiendo la película "El pequeño Salvaje".

No cometas el error de llamar "sordomuda" a una persona sorda, pues no es muda.

A raíz de esta notoria diferencia, el término "sordomudo" debía ser sustituido por "sordo", "hipoacúsico" o "deficiente auditivo". Servirán para designar a personas que tienen capacidad para adquirir lenguaje a través de una educación adecuada. Sin embargo, hoy en día la mayoría de las personas aún utilizan el término sordomudo. Me gustaría colaborar para disipar dudas, así que permíteme explicarte algunas diferencias entre términos.

Aprende la diferencia entre sordo e  hipoacúsico, no es lo mismo.

Habrás de llamar sordo a aquella persona cuya audición no es funcional o es insuficiente para llevar una vida ordinaria con desarrollo de lenguaje oral sólo por vía auditiva. Estas personas precisarán de adaptaciones o apoyos. Podrán adquirir lenguaje a través de la vía visual, pasando a ser la visión su vía principal de comunicación. Conoces su lenguaje, la lengua de signos, de modo que un sordo "habla".
En ellos la pérdida auditiva se encuentra por encima de los 90dB. Si se diera el caso de que un sordo presente también graves deficiencias visuales, pasaría a ser considerado sordociego y de igual manera también podrá desarrollar un lenguaje, aunque el proceso será aún más arduo, ya que la vía de comunicación pasa a ser el tacto.  El ejemplo más célebre entre los sordociegos recae sobre la Helen Adams Keller. Ser sordo no significa que no escuches absolutamente nada, no percibir ninguna señal auditiva se denomina cofosis. La cofosis, al igual que la amaurosis en el campo de la optometría, no es el caso general. Normalmente siempre quedará un pequeño reducto de audición, aunque comprenda áreas cocleares muy pequeñas.

El término hipoacúsico designará a toda persona cuyo sentido de la audición le resulte funcional, aunque se encuentre mermado. Esta funcionalidad puede deberse también al uso de ayudas auditivas, como por ejemplos los audífonos. Presentarán ciertas deficiencias en su audición, tales como la articulación, la estructuración del lenguaje o el léxico, esto dependerá del grado de hipoacusia. Estos niveles de pérdidas comprenderán perdidas entre 20-90dB, es por tanto un rango muy grande y dentro de él podremos encontrar niños con desarrollos muy diferentes. La hipoacusia puede también aparecer en adultos, de hecho es algo normal cuando nos hacemos mayores, pero afortunadamente, cuando se trata de presbiacusia ya nos hemos desarrollado psicológica e intelectualmente, aunque sí pueden llegar a perderse ciertas características del lenguaje como el ritmo o la articulación. 

El niño hipoacúsico crece sin percibir parte de la información acústica que le rodea. A menudo esta carencia les hará sentirse inseguros y dificulta el aprendizaje de la lengua.

El desarrollo de un bebé hipoacúsico no será igual que el de un normoyente. Aunque reciba las mejores ayudas y se encuentre en un ambiente de afectividad, siempre llevará un pequeño retraso en el lenguaje en comparación con los normoyentes. Subrayo el tema de la afectividad, porque se ha demostrado la gran importancia que tiene esto en el desarrollo del pensamiento y el lenguaje en los niños. A pesar de este ligero retraso en el aprendizaje, lograrán cementar un lenguaje y pensamiento abstracto, quizás no del mismo nivel que un normoyente porque les "costará un poquito más". Es una generalización, por supuesto, ya que yendo por la calle veo a muchos normoyentes que no dan de sí ni para sumar dos y dos, a pesar de que han contado con todas las ventajas auditivas, frente a niños hipoacúsicos verdaderamente brillantes.

Evaluación de las Otoemisiones Acústicas (OEA)
El punto de vital importancia es el momento en el que aparece la pérdida auditiva. Las más graves serán las prelocutivas, aquellas que aparecen antes de que el niño aprenda a hablar. Tras este punto, lo más importante será el momento en que se diagnostica la pérdida, ya que será muy diferente el resultado según se haya podido empezar a tratar. Afortunadamente, a todos los niños se les realiza un Screening neonatal, una batería de pruebas que permite localizar la mayoría de estos casos, permitiendo un diagnóstico y tratamiento precoz.


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