martes, 30 de junio de 2015

Reflejos Pupilares I : Reflejo Fotomotor

A menudo podemos ver, especialmente en series y películas, como un sanitario comprueba los reflejos pupilares de un accidentado o a un sujeto sobre el que se sospecha la ingesta de drogas. Los optometrístas también examinamos los reflejos pupilares durante nuestras baterías de pruebas. La evaluación de estos reflejos pupilares aporta información muy interesante.

La pupila, esa abertura central y circular del iris, presenta presenta diferentes diámetros en función de la luminosidad del ambiente. La regulación de su tamaño queda a cargo de los músculos del iris.

Un iris sano, incluso en condiciones estables de iluminación y de acomodación,  presenta fluctuaciones la mayor parte del tiempo. Se trata de un movimiento fisiológico producido por la normal actividad de las terminaciones nerviosas que inervan sus músculos. Este fenómeno se conoce como fluctuación pupilar fisiológica o hippus y es fácilmente observable en personas jóvenes. Estas fluctuaciones en el diámetro pupilar serán más amplios en ambientes de luz moderadamente brillante, aumentando en frecuencia de oscilación si la intensidad de la luz aumenta.


Midriasis Pupilar
El músculo dilatador del iris está orientado radialmente e inervado por el sistema simpático (SNS), y se encarga de producir la midriasis, es decir, de la dilatacion de la pupila. Está suplementado por el músculo de Muller, que proporcionará una ligera elevación de párapado superior. En su máxma contracción, el iris humano puede dar lugar a pupilas de hasta 9mm de díametro. ¡Más del doble de su tamaño normal (aproximadamente 4mm)! Esta situación suele darse en condiciones de baja luminosidad, donde es preciso regular el tamaño de la pupila para que capte la mayor cantidad de luz posible, pero también se producirá en situaciones como: miedo o excitación sexual.

Miosis Pupilar
Por otro lado, el esfínter contractor del iris se dispone circularmente, inervado por el sistema parasimpático (SNP), es el causante de la miosis o contracción de la pupila. ¡La pupila humana puede contraerse hasta presentar un diámetro menor al milímetro! Esta regulación sobre la extensión de la pupila suele darse en situaciones de alta luminosidad, donde nuestro sistema visual reconoce el exceso de luz y disminuye su entrada.



 Los reflejos pupilares son respuestas involuntarias de tipo muscular o glandular ante estímulos específicos como el dolor, la iluminación, acomodación, etc. La integración de la mayoría de estos reflejos se produce a nivel subcortical como aquellos que participan en la regulación de los bioritmos; pero algunos son procesados dentro del arco corteza cerebral, como serían aquellos relacionados con la acomodación y la visión. La evaluación de estos reflejos, además de ser una prueba objetiva, es un importante marcador de disfunciones oculares y/o neurológicas, ya que permite conocer la integridad del sistema visual desde la retina hasta el tracto óptico.

Existen distintos tipos de reflejos pupilares, los más conocidos son los reflejos fotomotores directos y los consensuados.

Los reflejos fotomotores suelen ser examinados conjuntamente en una prueba rápida y sencilla. El reflejo fotomotor es una respuesta involuntaria del músculo esfínter del iris (miosis) cuando sobre este ojo estimulamos con una fuente luminosa. Al retirar el estímulo luminoso, se desatará la segunda fase de este reflejo, y la pupila se dilatará hasta su posición normal (midriasis).  Este reflejo nos habla del estado de la fibras que perciben el estímulo luminoso (neuronas aferentes) y de las fibras que llevan la respuesta cerebral (neuronas eferentes).

Generalmente, el reflejo fotomotor directo es examinado conjuntamente al reflejo consensuado. Esto aportará información sobre la integridad de la vía óptica y sus resultados son especialmente interesantes. El reflejo fotomotor directo comprende la respuesta de contricción de pupila de un ojo al ser estimulado con una fuente de luz, por eso se evalúa mirando la respuesta del ojo sobre el que estimulamos. Por otro lado, para el reflejo fotomotor consensuado, se estimula con luz uno de los ojos y se observa la respuesta del otro. El reflejo consensuado se encargará de reponder ante el estímulo luminoso contralateral.

Cuando iluminamos un ojo con una linterna o fuentes de iluminación parecidas, lo que ocurre es lo siguiente:

La retina del ojo iluminado envía la señal de estímulo a través del nervio óptico (par craneal II). Desde esta fibra nerviosa, el estímulo seguirá la vía óptica decusándose en el quiasma óptico hacia el cuerpo geniculado lateral y núcleos pretectales a nivel del mesencéfalo. Este trayecto del estímulo se realiza por fibras aferentes parasimpáticas.
En este punto, los núcleos pretectales disponen fibras que distribuirán este estímulo de forma simétrica hacia los dos núcleos de Edinger-Westphal, donde se envíará la orden de reacción bilateral pupilar a través de fibras eferentes parasimpátias en el III par craneal, hasta alcanzar los ganglios ciliares y luego los nervios ciliares cortos que inervan el esfínter pupilar y el cuerpo ciliar.

Esto ocurre siempre que estimulamos con luz y es fruto de ambos reflejos fotomotores.  Durante el examen, se busca obsevarlos "por separado" para conocer si existen defectos en algún tramo de la vía óptica. En otra ocasión, conoceremos en mayor profundidad este aspecto.

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